Cuenta una antigua leyenda guaraní que, desde hace mucho tiempo, la Luna Yasí pasea desde siempre por los cielos nocturnos, observando curiosa los árboles, ríos y lagos. Yasí solo conocía la tierra desde el cielo aunque deseaba bajar y poder ver las maravillas de las que le hablaba Araí, su amiga la nube.
Un día Yasí y Araí se animaron a descender a la tierra transformadas en niñas de largos cabellos, dispuestas a descubrir las maravillas de la selva.
De pronto, entre los árboles, apareció un yaguareté que se acercaba para atacarlas. Pronto, un viejo cazador apuntó con una flecha al animal y este escapó veloz del lugar. Yasí y Araí, que estaban muy asustadas, volvieron rápido al cielo y no pudieron agradecer al señor.
Yasí decidió que esa misma noche le daría las gracias al anciano y, mientras este descansaba, le habló desde el cielo y le dijo: “Soy Yasí, la niña que hoy salvaste quiero agradecer tu valentía, por eso, voy a darte un regalo que encontrarás frente a tu casa: una nueva planta cuyas hojas tostadas y molidas darán como resultado una bebida que acercará los corazones y ahuyenta la soledad”.
Al día siguiente, el anciano descubrió la planta y elaboró la bebida tal y como le había indicado la luna. Así fue como nació el mate.
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